domingo, 9 de mayo de 2010
Retazos del pasado (20/12/00)
Temí que la tierra,
en un gesto de furia,
derramara su materia ígnea
en la atmósfera latente.
El vapor emergente
anunciaba la tragedia: dudas atávicas
cuestionaban toda una existencia,
albergada en pequeñas gotas
ambarinas.
La quietud abrasadora
fue desalojada en un suspiro
por la esperanza hecha vendaval,
que, en su recorrido a través
de la materia volátil
con que se forman todas las vidas,
se transformó en corriente marina,
vorágine de pasiones abisales,
muestra de una eternidad críptica
bordada por vivencias subrepticias,
para envestir a la gran roca
que vio nacer al universo.
Entonces,
La inmensa amalgama oceánica,
víctima de un amor mundano,
quedó pulverizada;
dejando impregnado el orbe
de gráciles fragmentos
de la sustancia originaria.
Y tú, por un momento,
fuiste el letífico rocío
que penetró en mi calor arterial
para formar parte
del sedimento de mi alma,
por fin infinita.
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